El 1º de Mayo es una jornada de lucha establecida por la II Internacional a nivel mundial desde 1889 en homenaje a los “mártires de Chicago”, sindicalistas anarquistas ejecutados en Estados Unidos por su lucha por la jornada de 8 horas. Las burguesías de los distintos países legalizaron más tarde esta fecha para quitarle su contenido, con la intención de convertirla en una jornada festiva. Sin embargo, cada 1º de Mayo se renuevan las protestas, manifestaciones y huelgas de los trabajadores por sus reivindicaciones en todo el mundo retomando el significado original de la fecha.
Este 1º de Mayo nos encuentra como muy pocas veces en la historia, ante un panorama donde la lucha será principalmente defender la vida ante la pandemia que el capitalismo es incapaz de controlar y pretende que seamos los trabajadores quienes soportemos el costo en vidas y miseria. Todos los gobiernos, tanto de derecha como de izquierda, han retrasado la respuesta para enfrentar la pandemia y privilegiaron el rescate al capital. En todos los países del mundo los recursos sanitarios, que han sufrido recortes y privatizaciones, han sido insuficientes para afrontar la cantidad de afectados por el coronavirus. Lejos de prevalecer la unidad, la solidaridad, la colaboración, lo que la pandemia descubrió fue la profunda descomposición del régimen social, la economía que ya venía “enfriándose” con cierres y recesión se desplomó, la rapiña, las acciones de guerra, la represión, son la característica de una clase que es incapaz de defender a la que le da sustento: los trabajadores. En este sentido, en la Unión Europea, al Brexit y la crisis económica se le suma la pandemia que profundiza aún más su disolución, lejos de actuar en forma solidaria y unitaria es el “sálvese quien pueda “ y los países más ricos pretenden que los más pobres cumplan con los compromisos y asuman las nuevas ayudas como nuevos préstamos
Ha quedado demostrado que por más dinero que inyecten a la economía esta no funciona si no se trabaja. El dinero no crea al dinero. El capitalista no puede serlo si el obrero no trabaja. La pandemia no es un problema sanitario existiendo los medios técnicos y científicos para reducir enormemente sus efectos, sino que es un problema de régimen social. La crisis por la pandemia ha acelerado enormemente la crisis económica que ya estaba en desarrollo, esto a su vez ha desencadenado crisis políticas en todos los gobiernos.
La principal potencia del mundo, Estados Unidos, se ha convertido en el epicentro de la pandemia. Ésta avanza a pasos agigantados en un país que es pionero en sanidad privada y su presidente Donald Trump, que como Bolsonaro en Brasil entre otros, negaron la importancia de la pandemia, ven amenazada su continuidad.
El capitalismo no puede siquiera defender a la vanguardia en el frente de lucha contra la pandemia, el personal de la salud, que carece de lo más indispensable como mascarillas, batas, gel hidroalcohólico, es decir equipos de protección individual.
Los trabajadores en todo el mundo han salido a defender sus vidas y a reclamar por sus derechos a mantener sus puestos de trabajo aunque no puedan trabajar, a defender el confinamiento y a seguir cobrando sus sueldos, con huelgas, movilizaciones, paradas en las líneas de producción, muchas veces porque sus trabajos no son imprescindibles y por no contar con las medidas de protección necesarias. La lucha contra el coronavirus no es una lucha sanitaria es una lucha contra el régimen social que la potenció, es la lucha contra el capitalismo, una lucha internacional.
En España también fueron los trabajadores los primeros en frenar la producción frente a la política del gobierno y las patronales y en defensa de su salud, Mercedes Benz en Vitoria-Gazteiz, Airbus de Getafe, Balay de Barcelona, pararon las producciones, en Sidenor en Basauri, Telepizza, los Riders ( Glovo, etc.) salieron a luchar contra la precariedad y por el suministro de elementos de protección. La crisis económica en España también es ya brutal, según el FMI los índices de paro subirán al 20%, mientras que ADECCO lo sitúa ya en el 35%, una crisis comparable con los años de la posguerra civil. El Gobierno está en situación de debilidad extrema y busca un acuerdo con la oposición para sostener su situación.
Es por eso que el PSOE y las fuerzas que le son afines hablaron de un nuevo “pacto de la Moncloa” y no con otro nombre, porque significó imprimirle un retroceso a las luchas que se venían desarrollando en los 70 con la imprescindible participación de CCOO y el PCE. Pero ese intento duró poco por el rechazo del PP y se ha tornado en un debate en el parlamento para una mesa de reconstrucción nacional. El PP pretende una reanudación rápida de la actividad, un levantamiento del confinamiento en apoyo de los empresarios, y que los muertos los asuma el Gobierno. La discusión entre Gobierno y oposición es sobre el ritmo del desescalamiento. No sobre la defensa de la salud de los trabajadores.
Las direcciones de los principales sindicatos, CCOO y UGT, han hecho piña con el gobierno apoyando la aplicación de los ERTE y negándose a organizar a los trabajadores para defenderse de la ofensiva patronal. Pero no son los únicos, otros sindicatos y plataformas han comprado el argumento de que es “lo menos malo” que nos podría pasar ya que “con un gobierno de la derecha sería peor”. El argumento ha tenido poco recorrido porque ahora el gobierno de “izquierda” quiere hacer un frente con la derecha. El cuento de la “unidad”, de que es una guerra que la peleamos todos, también se desmorona ante la evidencia que los que caen en esta “guerra” son los trabajadores de la salud y los que son llevados a trabajar en actividades no imprescindibles y sin las medidas de protección necesarias.
Los trabajadores tenemos que luchar por nuestra propia unidad por encima de las direcciones sindicales y políticas y para eso es necesaria la delimitación del gobierno y de los partidos capitalistas que quieren nuestras vidas para salvar sus ganancias. Tenemos que organizarnos en cada barrio, en cada lugar de trabajo, imponer nuestras condiciones para trabajar o no con nuestro propio programa, no a los ERTEs, trabajo para todos, reparto de las horas de trabajo sin afectar el sueldo, incorporación de personal sanitario con contrato indefinido y 6 horas de trabajo para el personal sanitario, cerrar los centros de trabajo no imprescindibles, expropiar la sanidad privada y a la banca para ponerla bajo control de sus trabajadores, poner a disposición de los sin techo y a los que necesiten hoteles y viviendas desocupadas, no al pago de la deuda.
El plan de desconfinamiento que está llevando adelante el gobierno obedece al pedido de las patronales y la banca contra lo que recomiendan los expertos que han condicionado esa “desescalada” a una serie de medidas que no se cumplen. Es un plan que provocará un rebrote y más infectados y muertes. Hay que defender el confinamiento, contra la ofensiva del gobierno y del capital. Nosotros decidimos sobre nuestras vidas.
Como dijo una revolucionaria de principios de siglo XX, “socialismo o barbarie”
Por un 1° de Mayo de lucha internacional contra el capital, por el gobierno de los trabajadores y el socialismo!!!